martes, 18 de enero de 2011




Solo una décima de segundo hizo falta para que aquella imagen atravesara todas y cada una de las secciones de una mente ilusa.
Ritmo continuamente acelerado, acompañado por el parpadeo que marcaba las pautas a un corazón, que dentro de su caos , buscaba un ápice de salvación en el brillo de aquellos ojos que una mañana de invierno le  cautivaron.

Y cada día la luna cede su puesto al sol, con ausencia, con nostalgia, con la idea de que alguna noche, su magia se escape, corra hacia los callejones mas recónditos, para robar la luz a las farolas y tener ella misma el placer de iluminar los rostros sinceros, presos en  una ciudad sin  sueño, de los amantes que entre idas y venidas olvidaron escribir el epilogo de su intensa historia.

quizás demasiado precipitado, demasiado rápido, demasiado fugaz, pero no demasiado duradero.

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